Un cuadro puede ser un poema pintado y quien lo mira proyectar sus sueños en él. Me parece importante no explicar demasiado las formas y dejar un campo amplio al observador. Así lo puede hacer suyo, entrar en él y pasear su imaginación.
Al llegar a casa, entramos en nuestro refugio personal, y por eso, creo que es bueno tener un entorno de cuadros, que con la belleza de sus colores, nos acojan e inviten a realizar una transición cómoda y suave hacia el descanso, a las horas en que nuestra esencia flota por la casa. Envueltos en música, poemas y cuadros podemos recuperar las dulzuras de la infancia y nuestra paz interior.
La combinación de colores es clave, como con las palabras. ¿Qué palabra al lado de otra? ¿Qué color al lado de otro? Ese juego entre armonías y contrastes nos hace sentir un cuadro como si de un poema se tratase.